«These trials make us who we are.
We’re motivated by the scars that we’re made of.
These trials make us who we are.
We take our places in the dark and turn our hearts to the stars.»
TRIALS (reimagine) – STARSET
La vida se mide en lustros, y nadie va a convencerme de lo contrario. De entrada parece poco tiempo, pero es suficiente para que la vida haya cambiado de fase. ¡Es media década, que se dice pronto! Y hoy, 4 de septiembre de 2021, se cumplen tres lustros desde que me incorporé a la empresa de forma definitiva. Como augura la profecía, los cambios han germinando para dar paso a una nueva etapa.
Como les gusta preguntar a los de Recursos Humanos en las entrevistas:
¿Dónde te ves dentro de 5 años?
La verdad es que no sé adónde me puede llevar esta nueva etapa. Como dice cierta canción: «demasiado joven para morir, demasiado viejo para llorar». Ando buscando pequeños proyectos que me motiven a corto plazo para distraer la mente con algo y no sentir que vivo en el día de la marmota en mi distorsión espacio-temporal™, pero a medio o largo plazo no tengo sueños ni esperanzas. No veo otra cosa en el futuro que seguir inmerso en la vida rutinaria que llevo actualmente.
Con la pandemia se ha acelerado mi proceso de (auto)exclusión de interacciones humanas, y el entorno digital empieza a convertirse en un problema. Porque en el entorno digital puedo conectar y desconectar con lo que quiera, rodearme solo de cosas «buenas» que me hagan sentirme bien, sin lidiar con las visicitudes del Mundo Real™. (Los «espacios seguros» tienen doble filo.)
En 2020 no estaba de muchos ánimos para celebrar mi «cumpleaños laboral». Venía arrastrando un malestar y presión psicológica enormes por circunstancias del trabajo desde finales del año anterior y que fueron creciendo más durante ese mismo 2020. Resumiendo, había perdido la pasión por el trabajo en general, y por el trabajo en equipo en particular. De los pocos pilares constantes a la hora de sostener mi autoestima.
Estaba decidido a cambiar mi enfoque en el trabajo: centrarme en hacer lo básico, individualizar mis tareas y esforzarme en ellas. Para cosas de grupo, usar Sustituto y proteger mi salud mental: escuchar, asentir, cumplir y a vivir (que son dos días). Por suerte (?) la pandemia se interpuso y alteró completamente el entorno y la forma de trabajar, lo que me ha dado meses de margen para reflexionar sobre ello. Con la cabeza caliente, iba a ser muy drástico en mi planteamiento. Iba a convertirme en alguien tóxico, movido por impulsos. Pero de eso me doy cuenta ahora, con la distancia.
Tal vez las actitudes tóxicas sean una forma inconsciente de intentar sentirse bien. No sé de dónde surgen tales actitudes. ¿Se copian? ¿Se aprenden? ¿Surgen de forma espontánea? ¿Son innatas? Saber su origen puede ayudar a mitigarlas, atacar a la raíz del problema, pero es un tema complicado. Supongo que en ciertos contextos, sentirte por encima de otras personas, dejarlas al margen, invalidarlas… te puede parecer justo. ¿Se lo han buscado, no? Pues tal vez, pero esa es la trampa. Te sientes bien, crees estar haciendo algo justificado. ¡Es el karma!
Pero eso te ciega y no ves que te conviertes en eso mismo que criticas: una persona tóxica.
Es curioso que dos de mis peores etapas de salud mental relacionadas con el trabajo hayan sido, casualmente, trabajando en una franquicia que pretende ser relajada, buenrollista y alegre. Los juegos en sí no tienen culpa, claro. Es (¿era?) una franquicia interesante en la que trabajar.
En el más reciente fue eso: las circunstancias. Un conjunto de circunstancias en las que nadie tenía culpa pero entre todos la liaron. La etapa de trabajar en el otro juego, hace ya muchos años, fue mucho más oscura. Por suerte tenía ya este pequeño rinconcito en el que escribir para pensar y para desahogarme en páginas de este diario ya perdidas en el tiempo.
El proyecto era grande y con mucha gente involucrada, incluida gente tóxica. Psicológicamente recibí muchos varapalos. Basta decir que es la única etapa de mi vida en la que he tenido pesadillas constantes derivadas del trabajo, pero en aquella época aún estaba empezando a aprender a cuidar de mi salud mental y no sabía reaccionar de otra forma que hacer el Metapod: permanecer estoico, soportar el chaparrón y sobrevivir (no sin llevarme mis cicatrices mentales).
Pero al final del proyecto sucedió algo «curioso». Me dio por escribir a algunas personas para agradecerles su trabajo y que esperaba poder trabajar de nuevo con ellas en el futuro (era la primera vez que coincidíamos en un proyecto). Un correo simple pero sincero. La respuesta de una de esas personas fue muy escueta también, diciendo que era la primera vez que alguien le agradecía el esfuerzo, y que si me apetecía quedar una tarde para charlar. Una propuesta inusual sin apenas conocernos. Yo tengo cero temas de conversación, pero ¿por qué no? Si quiere charlar será que algo tiene que decir (y escuchar se me da bien porque hablo poco 🙃), así que accedí. Nunca está de más conocer gente nueva en persona.
La charla fue muy reveladora. Llevaba siendo objetivo de burlas, bromas, chismorreos, ninguneo y bullying variado desde que se incorporó al trabajo. Mi correo de agradecimiento le brindó una brizna de esperanza, de poder agarrarse a algo y soltar lo que llevaba dentro. Si yo en unos meses había llegado al punto en el que estaba, ¿por qué no estaría pasando esa persona? Pero claro, el bullying es un tema delicado y había varias personas involucradas. ¿Cómo haces frente a algo así? ¿Cómo ayudas a una tercera persona que lo está pasando mal si apenas sabes cómo ayudarte a ti? Más aún sin tener (entonces) muchos recursos a mano.
La hipocresía suele citarse a menudo como una de las características más despreciables en una persona, pero a mí si algo verdaderamente me molesta de la gente no es que sea hipócrita, sino que tenga inquina, mala voluntad. A lo mejor crees que estás gastando bromas, pero si no eres capaz de entender que a la otra persona le sientan mal y sigues con ello, ya no son bromas. Te estás ensañando. Lo haces a mala voluntad. Estás siendo una persona tóxica intencionadamente. Y enlazando con un pensamiento anterior, cuando tú eres la persona que puede convertirse en tóxica, la diferencia es la misma: la voluntad. Es diferente cortar con algo tóxico y ya, que después restregar a otra persona esa cosa tóxica para decirles: «mira, mira qué mala gente eres, todo lo que me has hecho, y ahora te lo voy a hacer yo a ti». Ahí, en mi opinión, también estás cayendo en la toxicidad. Hay un ensañamiento. Motivado por inquina, orgullo o quién sabe qué. Pero así no se pasa página.
En el fondo, estos son temas muy complejos, llenos de muchos matices, de muchas interpretaciones y de muchas formas de sentir y entender las interacciones y sentimientos humanos. Pero una cosa que «me fascina» es que la gente tóxica suele tener cierta popularidad y buena estima en grupos. Bien porque se mueven en un grupo que comparte algo o mucha de esa toxicidad, o bien por el modus operandi que suelen seguir: ser todo sonrisas y molonidad en público, y atacar a sus víctimas cuando son vulnerables y nadie está mirando. Que la única «prueba» si sale a la luz sea palabra contra palabra. Porque se empieza poniendo motes a la gente para deshumanizarla y se acaba diciendo, con frialdad absoluta y ni un atisbo de ironía o sarcasmo que lo suavice un poco, que alguien «lo que tiene que hacer es morirse».
Todas estas cosas, por supuesto, son historias del pasado. Ya quedó atrás. Aunque escribir sobre aquellos años turbios me ayuda a reforzar la conciencia para estar alerta ante comportamientos abusivos en el entorno e intentar atajarlos. La toxicidad visible a mi alrededor prácticamente ha desaparecido, pero está latente y se percibe en detalles sutiles. Hay gente que no cambia porque, si en su cabeza no han hecho nunca nada malo, ¿por qué tendrían que cambiar?

Lo que sé es que los próximos cinco años se prestan a ser años agitados, años de transformación. Espero conflictos, pero también nuevos rumbos, nuevas oportunidades. El regreso a la «normalidad» en algún momento al remitir la pandemia, el entorno de trabajo en dicha normalidad (porque aún no ha existido en las oficinas nuevas), la «normalización» del tener que cooperar con otros departamentos, proyectos que lleguen que sean superinteresantes… (Nintendo dame un efecero porfavó yastabién delavida. 😭)
Hay mucho margen para alegrías y tristezas en un lustro, y pase lo que pase en los próximos cinco años, tengo muchas ganas de vivirlo.