Cambio de marchas


«Se ha producido un error.»

Otro 4 de septiembre. Otro año más. Normalmente este es para mí un día especial, un motivo de celebración. Algo de lo que sentirme orgulloso. Aunque esta vez sería mejor decir otro año, sin más. Porque nada positivo ha salido de él.

Cuando era adolescente, escuché a alguien de mi entorno familiar decir que yo «nunca iba a valer para trabajar». Justo lo que un adolescente con nula autoestima y dificultades para relacionarse con otras personas necesitaba oír. Por supuesto, se suponía que no tenía que haberlo oído, era una conversación entre adultos y yo simplemente pasé cerca en ese casual instante y lo escuché. Hay días en que aquellas palabras aún duelen.

Los trabajos temporales ya eran una lacra en aquella época. Pese al vaticinio sobre mi «incapadicidad para trabajar» acabé trabajando en muchos sitios y entornos diferentes: desde el sector de la construcción a la oficina de administración de impuestos del ayuntamiento, y una variedad de oficios entre medias de todo tipo en los que apenas aprendía nada útil (conserje, jardinero, soldador, panadero, pastelero, cerrajero…). Cada uno con sus desafíos a nivel personal y en cuanto a relacionarse con la gente, pero a pesar de todo siempre había alguna persona que valoraba el trabajo que hacía y, sobre todo, mi implicación para sacar adelante el trabajo como buenamente podía. Igual sí valía algo para trabajar.

Desde que tengo conciencia hasta los 18 años siempre quise ser paleontólogo, pero a los 18 empezó a intrigarme más el desarrollo de videojuegos. Supongo que como tanta otra gente, soñaba con dar vida a mundos mágicos como Hyrule o Kanto. No obstante, la industria estaba aún muy verde en España y veía imposible meterme en algo relacionado, así que me contentaba con trastear con el RPG Maker cuando mis trabajos temporales me dejaban tiempo.

Un día el destino me brindó una oportunidad de oro, la posibilidad de trabajar en algo que me gustaba (videojuegos) para la empresa que había marcado mi infancia (Nintendo). Era hacer realidad un sueño y el azar quiso que tuviera suerte y («sin merecerlo») me contratasen. Los comienzos en Alemania fueron muy duros, sin saber alemán y apenas chapurreando algo de inglés. No conocer absolutamente a nadie me mostró que la soledad tiene más de una cara. Pero aguanté. El sueño fue corto, cuatro meses, pero también intenso y una experiencia que me cambió la forma de ver la vida.

Un par de años después, tal que un 4 de septiembre, volví a Nintendo. Descubrí que el trabajo que hacía testeando juegos era algo para lo que realmente valía y tenía aptitudes para ello. A los pocos meses pude trabajar en Pokémon Perla y Diamante, ¡algo increíble que me hacía mucha ilusión! Conocer a fondo la saga me daba un nivel de experiencia y conocimientos que mis compañeros no tenían (eran de la mentalidad de que Pokémon era un juego para niños). Saber cómo funcionaban habilidades como Sombra Trampa o Indefenso, entre otras cosas, me sirvieron para ganar puntos delante de mi jefecillo, que vio que realmente mi contribución era útil, lo cual siempre he pensado que es la razón por la que me hicieron empleado interno ese mismo año. Pero lo importante es que sentía que contribuía, que tenía algo que ofrecer. Me hacía sentirme realizado. Valía para trabajar en esto.


Dice imdb que soy conocido por estos juegos. ¡Todo mentira!
Aunque debería sentirme orgulloso de ello, pero este año… simplemente no.

Muchos dramas e historias para no dormir después, mi autoestima creció enormemente. Aprendí a quererme y a valorarme. También recibí aprecio de otra gente valorando lo que hacía bien y haciendo críticas constructivas para que mejorara en lo que hacía mal. Y por encima de todo, pude trabajar en equipo con gente competente a la que admiraba y de la que aprendía. Era genial.

Las cosas han seguido cambiando; siempre lo hacen. Aunque los últimos 12 meses han sido un cambio a peor y he perdido toda la fe en el trabajo en equipo, que para mí era uno de los pilares que me servían para motivarme en el día a día. Tener que lidiar con gente que no da un palo al agua cansa. Hacer una propuesta y que te la tiren abajo sin miramientos para que a los dos días (literales) otra persona haga la misma propuesta y se la acepten sin remilgos quema bastante. Cuando eso sucede de forma sistemática durante un mes, quema demasiado. También quema que insinúen que trabajas despacio, pese a que es por hacer el trabajo bien (y salvando el culo a los demás en el proceso, que quema aún más porque estás haciendo el trabajo que otros no han hecho, para su beneficio, y quedas mal por ir despacio). Que la gente con la que has de cooperar para sacar adelante los proyectos no tenga miramientos a la hora de incrementar aún más tu carga de trabajo por caprichos suyos (en época de trabajar horas extras y sábados) también es algo que acaba quemando.

A todo eso hay que sumarle la situación excepcional de la pandemia. Mientras que mucha gente ha podido hacer home office y trabajar desde sus casas, no es mi caso. Así que me ha tocado ir a currar día sí, día también. Y como hay gente con más privilegios que otros, mientras la gente con hijos se quedaba semanas o meses en sus casas cuidando a sus vástagos, esa carga de trabajo que no hacían esas personas caía en los pocos que nos tocaba ir a currar. Y cuando algunos de los que estaban currando se marcharon de vacaciones, pues más carga de trabajo todavía para los (menos aún) que quedábamos. Julio y agosto fueron meses horribles, en los que trabajé 9 o 10 horas casi todos los días mientras hacía malabares con varios proyectos tratando de sacarlos adelante.

En realidad nadie me obligaba a trabajar más, lo hacía de forma voluntaria. Lo hacía porque mi ética profesional me impide dejar las cosas a su suerte, porque me exijo a mí mismo mantener un alto nivel de profesionalidad. Lo hacía, en el fondo, porque me gusta mi trabajo y me ayuda a sentirme realizado pensar que he dado todo lo que podía dar para mejorar el producto que llegará al mercado.

Pero el exceso de dedicación me ha pasado factura. Tanto esfuerzo que pasará desapercibido, porque nuestro trabajo es invisible para los consumidores. Esfuerzo que sí ven los que mandan, pero que se traduce en más trabajo porque saben que contigo pueden contar (y menos para los vagos, lo cual es injusto). Esforzarse en cooperar para encontrarse con un muro difícil de sortear… El único consuelo es haber trabajado en un juego que me es curioso, si bien estoy muy descontento con el resultado final.


Este año el mood es totalmente opuesto al del año pasado. 😦

Me gustaría poder viajar, hacer una escapada a algún paraíso natural, pero con el tema de la pandemia viajar no es buena opción. Mis otras aficiones no me llenan últimamente y mis inquietudes intelectuales murieron hace años. Los últimos seis meses los he pasado yendo de casa al trabajo y del trabajo a casa, pero ahora que he perdido también toda la ilusión que sentía por el trabajo, me siento vacío por dentro.

Las próximas semanas serán tranquilas al parecer. Y con suerte, en octubre o noviembre podré finalmente cogerme mis (merecidísimas) vacaciones. No sé qué haré con ellas (viajar a España se antoja complicado), pero seguro que distraer la mente y desconectar durante unas semanas me ayudará a reflexionar sobre todo lo que ha pasado este último año. Después de todo, se avecinan cambios en el entorno de trabajo, así que quizá sea momento de replantearse la forma de trabajar.

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5 pensamientos en “Cambio de marchas

  1. Entiendo que ha tenido que ser duro pero no hagas mucho caso de la gente que dice que estás haciendo mal tu trabajo. Lo importante es que tú te sientas orgulloso del trabajo que haces, como profesional y como persona, y la gente que te critica sin razón, pasa de ellos. Yo sé que cuando algo te apasiona, haces un trabajo excepcional.

    Ahora bien, si sientes que en el trabajo no se te está apreciando e incluso se te está ninguneando, conviene empezar a pensar en moverte y plantearte, o bien plantar cara y transmitir tu malestar, o bien buscarte otro empleo que te apasione y en el que se reconozca tu contribución. Esta búsqueda puede llevarte bastante tiempo, pero no desesperes.

    También creo que sería bueno no poner todas tus manzanas en el cesto del trabajo. Es decir, buscar cosas fuera del trabajo que también te apasionen, para que tu vida no se convierta como en los últimos meses en trabajar y dormir.

    Mucha suerte y ánimo y cuentas con mi apoyo en la distancia!

  2. Con los hobbies he tratado de volver a los blogs y canales de ciencia, a la lectura, al cine… pero no me engancha nada. 😦

    Sobre el trabajo, supongo que tenía idealizado demasiado la forma de trabajar y la gente con la que trabajaba. Pasar de trabajar en equipo con fluidez y confianza a ver cómo dejan de confiar y te ignoran o ningunean de forma sistemática es un buen palo. Pero la verdad es que no me veo haciendo otro trabajo. No tengo ningún talento especial, ni formación académica para oficios que me podrían interesar. Quizá sea esa la respuesta, hacer formación. Estudiar me distraería y me abriría horizontes… Tendré que planteármelo en serio.

    Muchas gracias por tus palabras, Julián ^^

  3. Como consumidora y otra de las pocas personas que valora tu impecable trabajo, yo te felicito por otro año más y espero que sean muchos más 🙂 Ahora bien, sabiendo que tu mínima contribución no va a hacer otra cosa que mejorar los productos, espero y deseo que te centres más en mejorar tu calidad de vida en el futuro, porque por lo que cuentas está claro que tu entorno laboral se va a dedicar a exprimirte al máximo si lo dejas. Sigue trabajando tan magníficamente como lo haces, pero ponte límites y hazlo sin cargo de conciencia, porque, incluso si haces menos, tu trabajo va a seguir brillando para unos (desgraciadamente) pocos 🙂

    Este año está siendo una mierda para descansar desconectando y viajando con la mierder de la pandemia, pero espero que puedas disfrutar bien de tus vacaciones sea donde sea. Por mi parte, ten por seguro que acortaré distancias en cuanto se pueda y ojalá tú hagas lo mismo, que se te echa mucho de menos ❤

    • La cosa es que cuando lo único que tienes es el trabajo (mierda de pandemia que no me deja viajar), pues acbas en un bucle de quiero trabajar para sentirme útil, pero se aprovechan y me explotan. Mal asunto. Pero bueno, ahora estamos en época floja. A ver cuando vuelva la época fuerte qué pasa.

      Y sí, hay ganas de viajar y hacer visitas a gente guay, pero eso, la pandemia no ayuda. :_(

  4. Pingback: Nuevos horizontes |

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